domingo, 27 de noviembre de 2011

Boris Vian - Un corazón de oro

Les dejo un cuentito de este genial hombre, además un video de una de sus canciones... según yo traduje la letra. Cómo disfruto leerlo, es alucinante.

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BORIS VIAN - UN CORAZÓN DE ORO
- de su recopilación de cuentos "El Lobo-Hombre" -
( 1949 )
1
Aulne caminaba pegado a la pared y cada cuatro pasos miraba hacia atrás con gesto receloso. Acababa de robar el corazón de oro del padre Mimile. Por supuesto, se había visto forzado a destripar un poco al pobre hombre, y, en particular, a hundirle el tórax a golpes de podadera. Pero, cuando hay de por medio un corazon de oro, no es cuestión de pararse en barras en cuanto a procedimientos.
Cuando hubo caminado trescientos metros, se quitó de manera ostentosa su gorra de ladrón y, tirándola a una alcantarilla, la reemplazó por el sombrero flexible de un hombre honrado. Su paso se hizo más seguro. Sin embargo, el corazón de oro del padre Mimile, todavía caliente, no cesaba de molestarle, porque seguía latiéndole desagradablemente en el bolsillo. Además, le hubiera gustado contemplarlo con tranquilidad, pues era un corazón que, con sólo verlo, ponía a cualquiera casi en la obligación de delinquir.
Ciento veinte brazas más adelante y aprovechando una alcantarilla de dimensiones superiores a las de la anterior, Aulne se desembarazó de la porra y de la podadera. Ambos instrumentos estaban recubiertos de cabellos pegados y de sangre, y como a Aulne le gustaba hacer las cosas cuidadosamente, seguro que también abundaban de huellas digitales. Sin embargo, conservó, sin tocarla la misma indumentaria, por completo salpicada de sangre pegajosa, pues, dado que a los viandantes no les suele caber en la cabeza que un asesino vista como todo el mundo, tampoco era cuestión de infringir el código del medio.
En la parada de taxis eligió uno bien vistoso y reconocible. Se trataba de un antiguo Bernazizi, modelo 1923, con asientos de imitación esterilla, trasero puntiagudo, conductor tuerto y parachoques de atrás medio caído. Los colores frambuesa y amarillo de la capota de satén rayado añadían al conjunto un toque inolvidable. Aulne pasó a su interior.
-¿Dónde le llevo, burgués? -preguntó el chófer, un ruso ucraniano a juzgar por su acento.
-Dé la vuelta a la manzana... -respondió Aulne.
-¿Cuántas veces?
-Todas las que sean necesarias hasta que la bofia nos eche el ojo encima.
-¡Ah, ah! -reflexionó el taxista de manera audible-. Bueno... bien... veamos... Como posiblemente me será difícil llegar a marchar con exceso de velocidad ¿qué le parece si circulo por la izquierda? ¿Eh?
-Correcto -aceptó Aulne.
Bajó a tope la capota y se sentó lo más estirado posible para que pudiera verse con facilidad la sangre que adornaba su indumentaria. Eso, combinado con el sombrero de hombre honrado que lucía, haría evidente a cualquiera que tenía algo que ocultar.
Cuando llevaban dadas doce vueltas, se cruzaron con uno de los poneys de caza matriculados con la contraseña de la policía. El caballito estaba pintado de gris metálico y la ligera carreta de mimbre que arrastraba llevaba en los laterales el escudo de la ciudad. Tras olfatear el Bernazizi, el animal relinchó.
-La cosa marcha -comentó Aulne-. Se disponen a darnos caza. Circule ahora por la derecha. Tampocoes cuestión de que nos arriesguemos a llevarnos a un chaval por delante.
A fin de que el poney pudiera seguirles sin fatigarse, el chófer redujo al mínimo la velocidad de marcha. Impasible, Aulne le dirigía. Así, enfilaron hacia el barrio de los altos edificios.
Un segundo poney, también pintado de gris, se reunió en seguida con el primero. En el interior de la carreta se encontraba un policía con uniforme de gala. De un vehículo a otro, y señalando a Aulne con el dedo, ambos funcionarios se ponían de acuerdo a voces, mientras que los poneys trotaban acompasadamente, levantando mucho las patas y moviendo la cabeza como suelen hacer los pichones.
A la vista de un edificio de aspecto propicio, Aulne dio orden al taxista de parar. A continuación, saltó con ligereza sobre la acera pasando por encima de la portezuela del automóvil, a fin de que los polis pudieran distinguir claramente las manchas de sangre sobre su indumentaria.
Acto seguido se metió en el edificio, llegándose a la escalera de servicio.
Sin apresurarse, subió hasta el último piso.
En él estaban los cuartos de la servidumbre. El suelo del pasillo, enladrillado con baldosas hexagonales, le trastornaba la vista. Podía elegir entre dos caminos: hacia la derecha o hacia la izquierda. El de la izquierda daba al patio interior, por donde se ventilaban los cuartos de baño, y acababa en un pequeño retrete. Se internó en él allí. Un tragaluz bastante alto empezó a chorrear de improviso delante de él. Una escalera hermosa como un sol estaba colocada al fondo. En aquel preciso momento, Aulne comenzo a oír resonar los pasos de los polizontes en la escalera. Sin pensarlo dos veces, se encaramó con presteza al tejado.
Una vez allí, respiró profundamente para recobrar el aliento antes de la inevitable persecución. El aire tragado en gran cantidad le sería de mucha utilidad para la bajada.
Corrió por la suave pendiente del tejado construido al estilo de Mansard*1 . Se detuvo al borde del empinado voladizo y, girando sobre sí mismo, dio la espalda al vacío. A continuación, se agachó y se ayudó con las manos para aterrizar sobre ambos pies en el canalón.
Recorrió aquel saliente de cinc casi vertical al muro. Abajo, el pavimentado patio parecía minusculo, con cinco cubos de la basura, todos ellos bien alineados, un viejo escobón que semejaba un pincel y un cajón casi repleto de desperdicios.
Sería preciso descender a lo largo del muro exterior y penetrar en uno de los cuartos de baño del edificio contiguo, es decir, aquellos cuyas ventanas se abrían en la pared de enfrente. Para ello podían utilizarse los garfios clavados en los muros de todo patio interior. Colocando los pies en alguno de ellos, trataba de aferrarse con las dos manos al alféizar de la ventana elegida, y acto seguido subir el cuerpo a pulso. El oficio de asesino no resulta, en verdad, nada descansado. Aulne se lanzó por los herrumbrosos barrotes.
Arriba, los polizontes armaban todo el bullicio posible corriendo en círculo sobre el tejado y pisando con sus zapatones. De ese modo, cumplían estrictamente con el plan-piloto de sonorizacion de persecuciones establecido por la Prefectura.
2
La puerta estaba cerrada, pues los padres de Brise-Bonbon (Masca-Caramelos) habían salido, y Brise-Bonbon se bastaba para guardar la casa él solito. A los seis años no queda tiempo para aburrirse en un apartamento en el que siempre hay a mano jarrones por romper, cortinas por quemar, alfombras por manchar y tabiques que se pueden decorar con huellas digitales de todas las tonalidades, interesante forma de aplicación de los colores reputados como no peligrosos en el sistema de Bertillon*2 . Ni si se dispone, por añadidura, de un cuarto de baño, de grifos que funcionan, de cosas que flotan y, para mondar los tapones... de la navaja de afeitar del padre, una hermosa y afilada hoja.
Al oír ruidos en el patio interior al que daba el cuarto de baño de su casa, Brise-Bonbon abrió del todo los entreabiertos batientes de la ventana para ver mejor. Ante sus narices, dos grandes manos de hombre vinieron a aferrarse al reborde del vano de piedra. Congestionada por el esfuerzo, la cabeza de Aulne acabó por aparecer ante los interesados ojos del niño.
Quizá el perseguido había sobrevalorado sus capacidades gimnásticas, lo cierto es que no pudo subir a pulso al primer intento. Como las manos aguantaban bien donde las había puesto, se dejó caer a lo largo de toda la extensión de los brazos con intención de recobrar el aliento.
Con mucha dulzura, Brise-Bonbon levantó la navaja de afeitar que tenía bien agarrada, y pasó la afilada lámina sobre los nudillos blancos y tensos del asesino. Las manos de éste, en verdad, eran muy carnosas.
El corazón de oro del padre Mimile tiró de Aulne hacia abajo con todas sus fuerzas cuando las manos le comenzaron a sangrar. Uno a uno, los tendones fueron saltando como las cuerdas de una guitarra. A cada tajo, resonaba una débil nota. Finalmente, quedaron sobre el alféizar diez falangetas exangües. De cada una manaba todavía un hilillo purpúreo. Por su parte el cuerpo de Aulne rozó la pared de piedra, rebotó en la cornisa del entresuelo y vino a dar con sus huesos en el cajón de los desperdicios. Bien podía quedarse allí: los traperos se encargarían de él a la mañana siguiente.
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notas al pie:
*1.-Arquitecto francés (1598-1666) En francés mansarde = buhardilla. (N. del T.)
*2.-Médico y antropólogo francés (1853-1914) que inventó un sistema de identificación de delincuentes basado, entre otros datos antropométricfos, en el color de los ojos. (N. del T.)


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(Video: Boris Vian - Je Bois)

Boris Vian - Yo bebo
Traducción: Ebermhi García

Yo bebo
sistemáticamente
para olvidar a todos los amigos de mi esposa
Yo bebo
sistemáticamente
para olvidar todas mis molestias

Yo bebo
sistemáticamente
cualquier tipo de alcohol
siempre que sea de doce punto cinco grados
Yo bebo
el peor de los vinos
es repugnante, pero el tiempo pasa.

La vida es tan divertida
la vida es tan viva
yo sólo tengo dos preguntas
¿la vida vale la pena ser vivida?
¿vale la pena, por amor ser cornudo?
yo hago estas dos preguntas
que nadie responde
y

Yo bebo
sistemáticamente
para olvidar el siguiente día de mi condena
Yo bebo
sistemáticamente
para olvidar que ya no tengo veinte años

Yo bebo
en mi tiempo libre
para estar borracho, para taparme la boca
Yo bebo
sin tener el placer
para no dejarme decir que debería ser el fin.


( Imagen: Daniel Lezama - Nuevo descubrimiento del pulque)



sábado, 26 de noviembre de 2011

Blas de Otero

Bueno, les dejo unas cuantas de mis poesías favoritas de Blas de Otero (España, 1916 - 1979). Los poemas, excepto el último, los tomé de su recopilación de 1962, "Hacia la inmensa mayoría". Disfruten.

Imagen: Blas de Otero

IGUAL QUE VOSOTROS

Desesperadamente busco y busco

un algo, qué sé yo qué, misterioso,
capaz de comprender esta agonía
que me hiela, no sé con qué, los ojos.

Desesperadamente, despertando

sombras que yacen, muertos que conozco,
simas de sueño, busco y busco un algo,
qué sé yo dónde, si supieseis cómo.

A veces me figuro que ya siento,
qué sé yo qué, que lo alzo ya y lo toco,
que tiene corazón y que está vivo,

no sé en qué sangre o red, como un pez rojo.

Desesperadamente, le retengo,
cierro el puño, apretando al aire sólo...
Desesperadamente, sigo y sigo
buscando, sin saber por qué, en lo hondo.

He levantado piedras frías, faldas

tibias, rosas, azules, de otros tonos,

y allí no había más que sombra y miedo,

no sé de qué, y un hueco silencioso.

Alcé la frente al cielo: lo miré
y me quedé, ¡por qué oh Dios!, dudoso:

dudando entre quién sabe, si supiera

qué sé yo qué, de nada ya y de todo.

Desesperadamente, esa es la cosa.

Cada vez más sin causa y más absorto
qué sé yo en qué, sin qué, oh Dios, buscando

lo mismo, igual, oh hombres, que vosotros.

**

HOMBRE

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando

a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.


Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo

oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.


Alzo la mano, y tú me la cercenas.

Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.

Ser —y no ser— eternos, fugitivos.

¡Ángel con grandes alas de cadenas!

**


VIVO Y MORTAL

Sé que hay estrellas, luminosos mares
de fuego,inhabitados paraísos,
cadenas de planetas,cielos lisos,
montañas que se yerguen como altares.

Sé que el mundo, la Tierra que yo piso,
tiene vida, la misma que me hace.
Pero sé que se muere si se nace,
y se nace ,¿por qué? , ¿por quién que quiso?

Nadie quiso nacer. Ni nadie quiere
morir .¿Por qué matar lo que prefiere
vivir?¿Por qué nacer lo que se ignora?

Solo está el hombre. El mundo, inmenso, gira.
Sobre su gozne virginal, suspira
lo que ,vivo y mortal, el hombre llora.


**


LÁSTIMA

Me haces daño, Señor. Quita tu mano
de encima. Déjame con mi vacío,
déjame. Para abismo, con el mío
tengo bastante. Oh, Dios, si eres humano,

compadécete ya, quita esa mano
de encima. No me sirve. Me da frío
y miedo. Si eres Dios, yo soy tan mío
como tú. Y a soberbio, yo te gano.

Déjame. ¡Si pudiese yo matarte,
como haces tú, como haces tú! Nos coges
con las dos manos, nos ahogas. Matas

no se sabe por qué. Quiero cortarte
las manos. Esas manos que son trojes
del hambre, y de los hombres que arrebatas.


**

A LA INMENSA MAYORÍA

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
Blas de Otero


**

ECCE HOMO

En calidad de huérfano nonato,
y en condición de eterno pordiosero,
aquí me tienes, Dios. Soy Blas de Otero,
que algunos llaman el mendigo ingrato.

Grima me da vivir, pasar el rato,
tanto valdría hacerme prisionero
de un sueño. Si es que vivo porque muero,
¿a qué viene ser hombre o garabato?

Escucha cómo estoy, Dios de las ruinas.
Hecho un cristo, gritando en el vacío,
arrancando, con rabia, las espinas.

¡Piedad para este hombre abierto en frío!
¡Retira, oh Tú, tus manos asembrinas.
¡No sé quién eres tú siendo Dios mío!

***

Imagen: William Hogarth - Tiempo fumando una pintura


miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿ . . . !



Imagen: Cocaine Comix No. 3


Video: Almodovar y McNamara - Satanasa

// ...y entonces el lobo sopló y sopló hasta que la casa de ladrillos derribó. //


que nos lleve a todos el diablo
y sus colmillos machaquen nuestros cuentos de niño
y sus cuernos de toro
y su sonrisa macabra
y su falo hinchado
nos harán esclavos de todo,
y la oscuridad reinará por los siglos,
gracias al ángel hermoso y a su corazonsote de fuego
que nuestras almas amargas arderán en grandes calderas
en una bella tortura infinita,

y de todos modos moriremos sonriendo
como si fuésemos payasos pintarrajeados de azúcar
derritiéndose y aventando sus moronas como estrellas borrachas,
trapecistas del cielo que odian al sol y a sus destellos,
con polvo de luna en las narices, como lobos feroces ondeados
y drogados de blanco, con media cara dormida,
que nos lleve a todos el diablo
y que nuestros cuerpos gocen del fuego,
aunque nos desprecien los sabios y los cuerdos nos macheteen sus desgracias,
aunque mil colibríes muertos nos caigan del cielo, será dios el asesino,
y su paraíso un laboratorio de tortura con nubes.

( y yo sólo soy una calavera embarrada con carne en un
temblor descalabrado a la muerte... )

estoy envenenado de vida pero me desintoxico en segundos,
y el pulso es la celebración ingenua a la vida,
tartamudeándose hasta la náusea como un taladro rojizo,
un corazón demoniaco que se percusiona obsesivo como si creyera vencer a lo eterno,
insensato artefacto defectuoso,
traicionera jaula de las almas:
te oxidas
y no
hay
nada adentro
que sobreviva al derrumbe.



Un colibrí muerto estaba en el techo de mi casa.


Imagen: Detalle de una ilustración de Nicollet.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Un colibrí muerto estaba en el techo de mi casa.
Me gustan las plumas de su pecho.



miércoles, 9 de noviembre de 2011

El fin del mundo


Yo siempre he pensado que la cultura es poesía... será por eso que estudié sociología. Para mí, la sociología -y los estudios culturales en general- no son otra cosa sino una poética que nos enseña sobre las diversas formas de expresar lo humano. Les dejo un bellísimo extracto que abunda sobre las ideas del fin del mundo en los indígenas de América del Sur, de un ensayo escrito por Susana Cipolleti, publicado en el libro de Mircea Eliade llamado "Historia de las creencias y de las ideas religiosas". Espero les guste y encuentren su lado poético.

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Extracto del capítulo de Susana Cipolleti
en "Mircea Eliade - Historia de las creencias y de las ideas religiosas"
(Pags. 352-354)


Imagen - Pablo Amaringo, visiones de Ayahuasca

Las tradiciones tacanas (Bolivia) aluden a una combinación de cataclismos cósmicos: antes del mundo presente existió otro que pereció víctima de una gigantesca inundación*1; al mundo en que ahora vivimos le llegará también su fin, por el agua o el fuego. Según otra tradición, el fin del mundo vendrá al dar la tierra media vuelta, de suerte que lo que ahora es el mundo inferior ocupará el lugar de la tierra habitada por los hombres.
Para los tacanos no se acaban aquí las amenazas cósmicas, y ello por culpa de un perezoso cuyos excrementos podrían ir agujereando la tierra al caer sobre ella, hasta llegar a abrirla; las aguas que entonces brotarán impetuosamente de sus entrañas la inundarán y destruirán del todo. También un jaguar mítico, que ayuda a sostener la tierra, podría ser la causa del fin del mundo si llega a cansarse y morir.
De tales ejemplos se deduce que, a diferencia de lo que sucede en nuestras religiones, el fin del mundo no se vincula aquí a ningún concepto de culpa o pecado. Todas esas ideas acerca de cataclismos cósmicos tan difundidas entre los indios de sudamérica implican más bien una renovación del universo que se considera necesaria.
A esta necesidad de renovación obedece, incluso en las culturas que ignoran el concepto del fin del mundo, la celebración de ciertos ritos destinados a fortalecer y perfeccionar el mundo presente *2.
Por importante que haya sido la idea del fin del mundo en las distintas sociedades amerindias, en ningún caso ha tenido consecuencias tan graves como las que sacaron diversos grupos de tupíes-guaraníes. En efecto, la creencia en un próximo cataclismo universal los llevó a emprender una serie de emigraciones -tan amplias espacial como temporalmente- que desde el punto de vista del historiador de las religiones constituyen un fenómeno único en el nuevo mundo.
(...)
El punto central de las concepciones religiosas de los apapocuvás-guaraníes es la creación del mundo por el dios Ñanderuvusú. Cuando el mundo no existía, tomó el dios una cruz de madera, la colocó mirando al este, se subió encima y comenzó a formar la Tierra. Si llegara a retirársele ese soporte, la tierra se desmoronaría.
(...)
En las migraciones de que hablábamos desempeñaron un importantísimo papel los médicos tradicionales o chamanes, al profetizar la inmanencia del fin del mundo. Para sustraerse de la catástrofe que se avecinaba, había que ponerse en camino hacia la Tierra sin mal, es decir, el <<paraíso>> donde no existían ni las enfermedades ni la muerte. Ese lugar se buscó unas veces en el interior de Brasil y otras allende el océano, imposible de atravesar. Ayunos y danzas forman parte de las prácticas de los guaraníes destinadas a volverlos <<ligeros>> para poder así alcanzar la Tierra anhelada. La causa del fin del mundo será ante todo, según los chamanes, la fatiga del mundo mismo que, ya envejecido, deseará descansar.

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notas al pie:
*1 Hissink/Hahn 1961,37. Muchos relatos sobre los primeros tiempos del uiverso actual comienzan por la fórmula << Cuando la tierra todavía era blanda... >>.
*2 Según los tatuyos (Colombia), el cosmos se encuentra en un permanente proceso de debilitación. Todo va perdiendo su fuerza y en especial van perdiendo claridad los pensamientos de los chamanes. El chamán acaba así por no <<ver>> ya bien. De ahí que los tatuyos celebren fiestas periódicas que tienen por objeto renovar el mundo. Por medio de un alucinógeno (la especie de liana denominada Banisteriopsis sp.), los varones se ven transportados al tiempo y lugar de los orígenes (Bidou 1977,54s)

Imagen - Pablo Amaringo, visiones de Ayahuasca