Imagen: Wilhelm Trübner - Cabeza de Medusa (1891)
de Publio Ovidio Nasón - Las metamorfosis
(...)Mas cuando vio que sucumbía su valor ante el número, Perseo dijo: "Ya que vosotros mismos me obligáis a ello, pediré socorro a un enemigo. Si hay aquí algún amigo mío, que vuelva su rostro", y presenta la cabeza de la Gorgona. Tescelo le contestó: "Busca a otro a quien conmuevan tus prodigios". Y cuando se disponía a arrojar un tiro de muerte, quedó inmóvil en esta actitud, convertido en estatua de mármol. A su lado, Ampix ataca el pecho con la espada, llenísimo de valor, del descendiente de Linceo; y en el momento de atacar, su mano derecha se le petrifica y no se mueve ni adelante ni atrás.
Mas Nileo, que se envanecía de ser descendiente del Nilo, que tiene siete brazos, y que por consiguiente había hecho grabar en su escudo los siete brazos del río, unos en plata y otros en oro, dijo: "Mira, Perseo, los orígenes de mi linaje; llevarás grande consuelo a las calladas sombras de la muerte por haber sucumbido a manos de tan grande hombre." La voz le quedó suspendida en la última palabra a medio terminar y puedes creer que quiere hablar con la boca entreabierta y no encuentran camino sus palabras. Enix los increpa y les dice: "Os paraliza vuestra maldad, no el poder de la Gorgona, corred conmigo y derribad en tierra a ese joven que agita armas de magia." Iba a precipitarse contra él, pero la tierra contuvo sus pasos y quedó como una piedra inmóvil y una estatua armada.
Éstos, sin embargo, recibieron el castigo que habían merecido; pero había un soldado de Perseo, Aconteo, el cual, mientras estaba peleando, al mirar a la Gorgona se convirtió en piedra. Y Astiages, creyendo que vivía todavía, le hiere con su larga espada; la espada resonó con agudos tintineos. Mientras que Astiages queda estupefacto, adquirió la misma naturaleza y en su cara de mármol permanece una expresión de admiración. Es prolija demora el decir los nombres de los hombres de condición plebeya; doscientos hombres habrían sobrevivido al combate, doscientos cuerpos quedaron petrificados a la vista de la Gorgona.
Entonces Fineo se arrepintió de esta guerra injusta; pero, ¿qué puede hacer? Ve estatuas en actitutes diversas, reconoce a los suyos, llama a cada uno por su nombre, les pide ayuda y, no dando crédito a sus ojos, toca los cuerpos: eran mármol. Se volvió y así suplicante, con las manos en actitud humilde, extiende los brazos hacia él y le dice: "Has vencido, Perseo; aleja tu monstruo, cualquiera que sea, aparta el rostro de tu Medusa, que todo lo convierte en piedra; apártalo, te ruego. No me ha impulsado a esta guerra el odio ni el deseo de reinar; me ha movido el deseo de tener esposa. Tu derecho ha sido mejor por tus méritos, el mío por el tiempo. Yo siento no haber cedido antes. No me concedas nada, ¡oh, el más valiente!, excepto la vida; todo lo demás sea tuyo."
Hablaba así sin atreverse a mirar al que suplicaba. Perseo le dice: Lo que puedo concederte, ¡oh tímido Fineo!, y que te concederé, es un gran presente para un cobarde (aleja tu temor); no te tocará ningún hierro. Aún más, te concederé un monumento, que permanecerá durante los siglos y siempre serás visible en la casa de mi suegro, para que mi esposa se consuele con la imagen del que fue su prometido." Dijo, y acercó la hija de Forcis por el lado por el que Fineo había vuelto su rostro, lleno de miedo. Entonces, mientras intentaba apartar sus ojos, el cuello se endureció y las lágrimas que humedecían sus ojos se endurecieron como piedras. Sin embargo, el rostro atemorizado y la actitud suplicante de sus manos sumisas y toda su humildad quedó plasmada en el Mármol.
Foto: Gian-Lorenzo Bernini - Medusa (1630)