miércoles, 29 de febrero de 2012

Mircea Eliade - Historia de las creencias y las ideas religiosas (Extracto)


Mircea Eliade, de los grandes historiadores de las religiones. Puso mucha atención a las técnicas de éxtasis como forma de comunión en los diferentes relatos religiosos. Sus libros son una exquisitez. Poesía sociológica en su mero mole. En este extracto habla del culto a Dioniso.

Si quieren abundar más en lo que podríamos llamar "antropología del éxtasis", acá subí algo similar: Georges Bataille - La orgía ritual.

Pronto vuelvo a subir cosas mías xP

Imagen: Taddeo Zuccari

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Dioniso o la felicidad recuperada
Mircea Eliade

(Extracto)

de "Historia de las creencias y las ideas religiosas"

(...)
Según el mito, es hijo de Zeus y de una princesa, Semele, hija de Cadmos, rey de Tebas. Hera, llena de celos, le tiende una trampa, y Semele pide a Zeus que le permita contemplarle en su verdadera forma de dios celeste. La imprudente es fulminada y da a luz antes de tiempo. Pero Zeus injerta a la criatura en su muslo y pasados algunos meses nace Dioniso, que puede llamarse con propiedad un dios «nacido dos veces».
(...) Las más antiguas tradiciones mitológicas insisten en un hecho: siendo mortal, Semele engendró un dios. (...) Como nacido de una mujer mortal, Dioniso no pertenece por derecho al panteón de los olímpicos, pero logró ser aceptado y al final consiguió introducir también a su madre. (...)

Dioniso tenía que provocar resistencia y persecución, pues la experiencia religiosa que suscitaba constituía una amenaza para todo un estilo de vida y un universo de valores. Se trataba, en definitiva, de una amenaza a la supremacía de la religiosidad olímpica y sus instituciones. Pero aquella oposición delataba al mismo tiempo un drama íntimo ampliamente atestiguado en la historia de las religiones: la resistencia contra toda experiencia religiosa absoluta, que sólo es posible a condición de negar el resto. (...)

A partir de Pisístrato se celebraban en Atenas cuatro fiestas en honor de Dioniso. Las «Dionisíacas de los campos», que tenían lugar en diciembre, eran fiestas de aldeanos. Un cortejo paseaba en procesión un enorme falo con acompañamiento de canciones. Había además otros festejos rituales que incluían concursos y desafíos pero sobre todo mascaradas y desfiles de personajes disfrazados de animales. (...)
Estamos peor informados acerca de las Leneas, fiestas que se celebraban a mediados del invierno. (...)
En febrero-marzo, aproximadamente, se celebraban las Antesterias, y en marzo-abril, las «Grandes Dionisíacas», (...) las Antesterias eran las fiestas más antiguas de Dioniso. Eran además las más importantes El primer día se llamaba pithoigia, apertura de las tinajas (pithoi) en las que se conservaba el vino de la ultima cosecha, que se había realizado en otoño. Se llevaban las tinajas al santuario de «Dioniso en las lagunas» para ofrecer libaciones al dios, y a continuación se probaba el vino nuevo. El segundo día (choes, «cuencos») se celebraba un concurso de bebedores, que se presentaban provistos de un cuenco que se llenaba de vino; a la señal convenida tenían que beberlo lo más rápidamente que pudieran. Lo mismo que algunos concursos de las «Dionisíacas de los campos» (por ejemplo, el askoliasmos, en el que algunos jóvenes trataban de mantenerse sobre un odre previamente untado de aceite), también esta competición encaja en el bien conocido ritual de los concursos y desafíos de todo tipo (deportivos, oratorios, etc.) encaminados a asegurar la renovación de la vida. Pero la euforia y la embriaguez anticipan en cierto modo una vida en el más allá que en nada se parece al triste mundo homérico de las sombras. (...)

Pero los tres días de las Antesterias, y sobre todo el segundo en que se celebra el triunfo de Dioniso, son días nefastos, puesto que en ellos retornan las almas de los muertos, y con ellas las keres, portadoras de influjos maléficos del mundo infernal. (...) «Son los muertos—se dice en un tratado hipocrático— los que nos proporcionan los alimentos el incremento y las semillas.» En todas las ceremonias que le están consagradas se manifiesta Dioniso dios de la fecundidad y de la muerte a la vez.

También tenemos que señalar los «milagros» que acompañan a sus epifanías o las anuncian: el agua que brota de la roca, los arroyos que se llenan de leche y miel. En Teos, durante su fiesta, una fuente mana chorros de vino hasta desbordar (Diodoro de Sicilia, III, 66,2). En Elis, tres cazuelas vacías que se dejan durante la noche en una cámara sellada aparecen a la mañana siguiente llenas de vino (Pausanias, VI, 2,6,1-2). En otros lugares se habla de «milagros» parecidos. Entre los más famosos se cuentan «las vides de un día» que florecían y daban racimos en unas pocas horas.

(...)

El éxtasis dionisíaco representa ante todo la superación de la condición humana, el descubrimiento de la liberación total, la obtención de una libertad y de una espontaneidad inaccesibles a los hombres. Que entre estas libertades figura también la liberación con respecto a las prohibiciones, las regulaciones y los convencionalismos de orden ético y social, parece cierto, y ello explicaría en parte la adhesión masiva de las mujeres (Tiresias, sin embargo, defiende al dios: «Dioniso no obliga a las mujeres a ser castas. La castidad depende del carácter, y la que es casta por naturaleza participará en las orgías sin corromperse» (Bacantes, 314 y sigs.) (...)

Bajo una u otra forma, siempre hallamos en el centro del ritual dionisíaco la experiencia extática de un frenesí más o menos violento, la manía. Esta «locura» constituía de algún modo la prueba de la«divinización» (entheos) del adepto. Aquella experiencia era con seguridad inolvidable, pues suponía una participación en la espontaneidad creadora, en la libertad embriagante, en la fuerza sobrehumana y en la invulnerabilidad de Dioniso. La comunión con el dios rompía durante algunas horas la condición humana, pero sin llegar a transmutarla.

(...)

La embriaguez, el erotismo, la fecundidad universal, pero al mismo tiempo las experiencias inolvidables provocadas por la llegada periódica de los muertos o por la manía, por la inmersión en la inconsciencia animal o por el éxtasis del enthousiasmos: todos estos terrores y revelaciones brotan de una sola y misma fuente: la presencia del dios. Su modo de ser expresa la unidad paradójica de la vida y de la muerte. Todo esto hace que Dioniso se presente como un tipo radicalmente distinto de los olímpicos. ¿Es un dios más cercano a los hombres que las demás divinidades? En todo caso, no era difícil acercarse a él, y hasta cabía la posibilidad de convertirse en su encarnación; el éxtasis de la mania demostraba que era posible superar la condición humana.





2 comentarios:

  1. Estamos a tiempo todavía para lo del vino, ¿se arma? :3

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  2. El éxtasis, no es gratuito como lo expresa el texto de Mircea Eliade: es liberación...un abrazo. Carlos

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